Hospital Universitario Mayor
Una mañana, que no puede ser como todas las mañanas, pues estando en el hospital ninguna mañana es la misma, ya que cada piso es diferente, no solo por su estructura o el personal, sino también por los pacientes; pero esta mañana es diferente de todas, ya que en una de las habitaciones del sexto piso había un poeta, pero no un vago poeta, sino un poeta que se hizo con los años y que además de poeta tenía una cualidad mas, era la de ser un músico, un músico experimentado al que la educación y la experiencia lo habían formado y llevado a ser un MAESTRO, un maestro con mayúscula pues ya era muy reconocido en su academia y en el mundo del arte y no solo conocido sino respetado por su capacidad para crear y para enseñar.
Además de mostrar su amor y adoración a ese “ángel que camina” y que incesantemente lo acompaña, su esposa. Esta mañana además de recibir una gran lección de poesía recibí una lección de vida y dedicación, de mostrar que somos lo que hacemos, pero lo que hacemos con pasión y obviamente les regalare la poesía que declamo aquella mañana lo que no les puedo regalar es la vos, la pasión, los movimientos y la calidez humana que me transmitió Don Alvaro quien ya sentía que los años lo estaban amarrando y lo estaban alejando de su gran pasión, pero sin más rodeo para ustedes PENA Y ALEGRÍA DEL AMOR
Mira cómo se me pone
la piel cuando te recuerdo.
un río de sangre fresco
de la herida que atraviesa
de parte a parte mi cuerpo.
Tengo clavos en las manos
y cuchillos en los dedos
y en mi sien una corona
hecha de alfileres negros.
la piel cada vez que me acuerdo
que soy un hombre casado
y sin embargo, te quiero.
hay un muro de silencio,
de ortigas y de chumberas,
de cal, de arena, de viento,
de madreselvas oscuras
y de vidrios en acecho.
Un muro para que nunca
lo pueda saltar el pueblo
que anda rondando la llave
que guarda nuestro secreto.
¡Y yo sé bien que me quieres!
¡Y tú sabes que te quiero!
Y lo sabemos los dos
y nadie puede saberlo.
de nuestro amor en silencio!
¡Ay, qué alegría, alegría,
quererte como te quiero!
me quedo con tu recuerdo
derribaría la pared
que separa nuestro sueño,
rompería con mis manos
de tu cancela los hierros,
con tal de verme a tu vera,
tormento de mis tormentos,
y te estaría besando
hasta quitarte el aliento.
Y luego, qué se me daba
quedarme en tus brazos muerto.
quererte como te quiero!
luto, angustia, llanto, miedo,
muerte, pena, sangre, vida,
luna, rosa, sol y viento.
Es morirse a cada paso
y seguir viviendo luego
con una espada de punta
siempre pendiente del techo.
sólo con tu pensamiento,
para acariciar a solas
la tela de aquel pañuelo
que se te cayó un domingo
cuando venías del pueblo
y que no te he dicho nunca,
mi vida, que yo lo tengo.
Y lo estrujo entre mis manos
lo mismo que un limón nuevo,
y miro tus iniciales
y las repito en silencio
para que ni el campo sepa
lo que yo te estoy queriendo.
—vida, no vuelvas a hacerlo—
te vi besar a mi niño,
a mi niño el más pequeño,
y cómo lo besarías
—¡ay, Virgen de los Remedios!—
que fue la primera vez
que a mí me distes un beso.
Llegué corriendo a mi casa,
alcé mi niño del suelo
y sin que nadie me viera,
como un ladrón en acecho,
en su cara de amapola
mordió mi boca tu beso.
quererte como te quiero!
aunque se hunda el firmamento,
aunque tu nombre y el mío
lo pisoteen por el suelo,
y aunque la tierra se abra
y aun cuando lo sepa el pueblo
y ponga nuestra bandera
de amor a los cuatro vientos,
sígueme queriendo así,
tormento de mis tormentos.
quererte como te quiero!