Leer Para Sanar

Este programa, ejecutado en convenio entre Méderi y Fundalectura, abarca la adquisición, organización, conservación y suministro de materiales y servicios bibliotecarios que pueden, conforme a las necesidades de cada paciente, contribuir a la atención integral para su recuperación, dar seguridad y alivio a su pérdida de autonomía, contribuir al mejoramiento de su rendimiento cognitivo y funcional, evitar la desconexión del entorno y fortalecer las relaciones sociales.

La función principal de “Leer para sanar” radica en la posibilidad de facilitar libros de distintas temáticas a pacientes y visitantes para que su estadía en nuestros hospitales sea más confortable, amena y provechosa.

Inicialmente “Leer para sanar” va dirigido a los pacientes que se encuentran en los pisos de hospitalización de los hospitales Méderi. En cada sede se ha estructurado un espacio para el almacenamiento del material y se capacitó a tres promotores (dos para el Hospital Universitario Mayor y uno para el Hospital Universitario de Barrios Unidos) quienes se desplazarán por los pisos ofreciendo a pacientes y familiares la posibilidad de un acompañamiento a través de un libro.

Un viaje papero en el hospital

Promotor de Lectura: Neidy Torres
Hospital Universitario Mayor

 
¿Quién dijo Kartofel? Blanca Strepponi, Editorial Magenta


¿Quién dijo Kartofel?

Un recorrido por la papa sus curiosidades e historia es lo que nos muestra este grandioso libro que además de entretener enseña sobre un alimento más que emblemático de nuestra tierra y aprender sobre ella es un viaje a nuestras raíces, nuestros campesinos y nuestros hábitos alimenticios,  ya que si con el arroz hay comida, con la papa uno queda lleno, y esta al igual que el arroz no puede faltar en la mesa de- por lo menos-un colombiano de la región Andina.
A estas y otras reflexiones llegamos con la señora Rubertina acompañante del paciente de uno de los pacientes del octavo piso, quien además de los curiosos datos empezó a recordar su infancia campesina en Boyacá donde la pobreza y el hambre agobiaban, contaba que en sus tiempos el cultivo de papa no era tan abundante y se demoraba muchísimo por las plagas ya que el único abono era el natural, la boñiga de las ovejas, y no era tan efectivo; por tal motivo dentro de su menú de alimentos le toco incluir una especie de papa silvestre que crecía a orillas de la quebrada que quedaba cerca de su casa, la cual era muy picante y ¡AMARGA! Y con la cual a veces se hacían triquiñuelas con sus amigos, la cual le llamaban Chavas o Libias, esta papa chiquita y rojita, era la que mermaba el hambre en tiempos difíciles; hasta que por fin llego el abono “más o menos para el 45”-contaba ella-, un abono Blanco el cual ayudo a mantener las cosechas y disminuir el hambre en su vereda y su familia.
Fue de este modo como el hospital para doña Rubertina se convirtió en el campo verde y enorme de su Boyacá, donde en un viaje de treinta paginas revivió su niñez y la cantidad de maromas que tenía que hacer cuando el hambre afanaba, y es de este modo, que se cumple la labor en el Hospital, en donde por medio de un libro se llenan de magia las habitaciones y se recuerda con felicidad o nostalgia que “todo tiempo pasado, aunque difícil, fue mejor”.